La fiebre aftosa es una enfermedad vírica muy contagiosa que afecta a los animales biungulados (bovinos, ovinos, caprinos y porcinos). Alemania y la UE estaban oficialmente reconocidas como libres de fiebre aftosa, pero sigue siendo endémica en Turquía, Oriente Medio y África, en muchos países asiáticos y en partes de Sudamérica. Tiene efectos devastadores en el aspecto sanitario y comercial, como se demostró en los últimos brotes en territorio europeo.
El portavoz del Ministerio de Agricultura de Alemania, Michael Hauck, afirmó que se ha confirmado un foco de fiebre aftosa en su país. Un laboratorio confirmó el brote y hasta nueva orden no saldrán productos de la zona afectada, explicó Hauck, además de subrayar que el virus no es peligroso para los humanos. Por otra parte, la ministra de Agricultura de Brandeburgo, Hanka Mittelstädt, informó a las autoridades relevantes y se están tomando las medidas necesarias.
El brote afectó a un rebaño de once búfalos en la localidad de Hönow.
Ante esta situación, la organización de la CETM especializada en el transporte de animales vivos, alimentación animal y Sandach (Subproductos Animales No Destinados Al Consumo Humano), CETM Animales Vivos recuerda a los transportistas la importancia de extremar las medidas de prevención frente a la fiebre aftosa.
CETM Animales Vivos subraya la necesidad de reforzar las actuaciones de bioseguridad, especialmente en lo relacionado con la limpieza y desinfección de los vehículos de transporte. Por su parte, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha informado a CETM Animales Vivos de que se intensificarán los controles fronterizos en carretera para verificar que los vehículos de transporte cumplen con los requisitos de limpieza y desinfección establecidos.
CETM Animales Vivos recuerda que, en caso de detectar durante el transporte animales sospechosos de estar infectados por FA, es fundamental seguir las directrices descritas en el Manual Práctico de Operaciones frente a la Fiebre Aftosa.
La organización insta a transportistas y cargadores a prestar atención a los siguientes síntomas que podrían indicar un caso de fiebre aftosa:
En caso de sospecha:
Es importante tener en cuenta que el periodo de incubación de la enfermedad varía según la especie: en pequeños rumiantes puede extenderse hasta 21 días, mientras que en bovinos, porcinos y otras especies suele ser de 2 a 14 días.
Tras la infección, en las primeras 10-12 horas aparecen las aftas primarias en el lugar de entrada del virus. Suelen ser en principio de tamaño muy pequeño, por lo que suelen pasar desapercibidas, si bien, en ocasiones se fusionan varias aftas originando una vesícula de hasta 5 centímetros de diámetro.
Entre 1 y 5 días después de la infección la temperatura corporal aumenta bruscamente al comenzar la etapa virémica, alcanzando los 40-41°C. A continuación, se desarrollarán las aftas secundarias principalmente en los espacios interdigitales, rodetes coronarios, piel de tarsos y carpos, boca y mamas preferentemente. Comienza con la aparición de una zona eritematosa (enrojecida), posteriormente tumefacta, adquiriendo turgencia y un color más pálido, y finalmente se llenan de un líquido amarillento seroso. Tras 6-24 horas las aftas se rompen y se pierde su epitelio.
En ocasiones, la conjunción de varias vesículas hace que los daños sean muy considerables, llegándose a perder la pezuña completa, causar deformidades de la pezuña o desprenderse todo el epitelio de la lengua, especialmente en bovino.
Debido a la fiebre inicial, los animales suelen aparecer inapetentes y postrados en las primeras fases de la enfermedad. Dependiendo de la localización de las aftas secundarias las manifestaciones clínicas pueden variar:
La fiebre desaparece en menos de 10 días, y las lesiones se resuelven en 1-2 semanas si no aparecen infecciones bacterianas secundarias, en cuyo caso las consecuencias pueden ser muy variables.
En hembras gestantes también se han descrito abortos y partos prematuros en el periodo febril, sin que se haya podido demostrar la infección del feto.
La forma sobreaguda sucede casi de modo exclusivo en animales jóvenes, donde, debido al miotropismo del virus, se origina una miocarditis con muerte del animal. Esta lesión se denomina ‘corazón atigrado’ debido a la aparición de bandas de color amarillento en el corazón producidas por la degeneración del músculo cardiaco.
La forma subaguda es más habitual en las especias ovina y caprina, en las que apenas aparecen manifestaciones clínicas de la enfermedad, por lo que su detección por las lesiones resulta muy difícil, debiéndose recurrir al laboratorio.
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