El llamado consumo consciente o ciudadano es una tendencia global imparable. El número de consumidores que consideran su forma de comprar como una herramienta potente para cambiar el mundo y que ejercen este poder eligiendo en el lineal las opciones más responsables social, económica y medioambientalmente, no para de crecer. De hecho, según el estudio ‘Otro consumo para un futuro mejor’, realizado por la OCU en colaboración con el Foro Nesi de Nueva Economía e Innovación Social, el 73% de los consumidores españoles ya toma decisiones de consumo por motivos éticos.
Si hay dos sectores en el punto de mira de este consumidor comprometido son precisamente la alimentación y la moda, que en los últimos tiempos han protagonizado titulares en torno a su sostenibilidad futura. Ecoalf e Interovic son dos ejemplos de que es posible hacer de la sostenibilidad un valor de presente y futuro, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
“Igual que el nuevo consumidor compra cada vez más moda producida de modo responsable, como la de Ecoalf, queremos que elija la carne de cordero como la mejor opción para disfrutar de una proteína natural y saludable cuidando del planeta y ayudando a la protección del ecosistema y las formas de vida de nuestro entorno rural”, indica Tomás Rodríguez, director de la interprofesional que representa a toda la cadena de valor del sector.
De izquierda a derecha, Javier Goyeneche, CEO de Ecoalf; Tomás M. Rodríguez, gerente de Interovic; Mateo Blay, presidente de AGR Food Marketing; y Beatriz Casares, responsable de comunicación de Interovic.
La carne de pastoreo, con más de 3.000 años de tradición, ha demostrado a lo largo de la historia que consumir carne de lechal, cordero y cabrito es sostenible, además de saludable y sabroso. Gracias a su forma de producción natural, se trata de la opción perfecta para aquellos que buscan un producto sabroso que contribuye a preservar el medio ambiente para las generaciones futuras. De hecho, la carne de cordero se posiciona con diferencia como la carne más asociada a la sostenibilidad, según diversos sondeos elaborados por Interovic.
A lo largo de la mesa redonda celebrada en Madrid, se desgranaron los diferentes argumentos por los que la moda y las carnes de ovino y caprino pueden puede ser considerados casos de éxito en el ámbito de la sostenibilidad. Los ponentes, Tomás Rodríguez, director de Interovic; Javier Goyeneche, CEO de Ecoalf; y Mateo Blay, presidente de AGR Food Marketing; compartieron sus diferentes aportaciones sobre cómo llegar a liderar el cambio, de manera inspiradora para la sociedad. Una necesidad que trasladaron tanto a los profesionales del sector que siguieron el encuentro en remoto como a los medios de comunicación asistentes.
La sostenibilidad de la carne de ovino y caprino
La presencia de rebaños es determinante para la conservación de casi el 70% de los hábitats de interés natural en España.
Gracias a la actividad trashumante, los ganados de ovejas y cabras se mueven por territorios desfavorecidos, colaborando así en la prevención de incendios y contribuyendo a la conservación de paisajes y su ecosistema.
Con la rotación de los ganados, se produce la dispersión de las semillas a través de los territorios, lo que permite la polinización de las flores y el intercambio genético de especies, evitando con ello la endogamia de los paisajes.
Los pastizales sirven para almacenar el carbono bajo la tierra de forma segura, protegiendo así los ecosistemas.
La ganadería ovina y caprina hace un uso respetuoso de los recursos naturales, que se devuelven al entorno de forma orgánica gracias a los métodos de cría tradicionales.
En su recorrido por los pastos, las ovejas y cabras aportan unos beneficios únicos a los territorios, dejando a su paso un sinfín de rutas con suelo fértil, agua limpia y aire puro.
La trashumancia está declarada ‘Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial’ desde 2017. Su mantenimiento protege tradiciones milenarias en ámbitos como la arquitectura, la gastronomía, las tradiciones o la artesanía.
El sector proporciona empleo a medio millón de personas, entre las que se está produciendo un importante relevo generacional, y la actividad contribuye de manera muy relevante a la fijación de la población rural.