A continuación se recoge un texto elaborado por Jesús Salinas Lorente, profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia, que intervendrá en el curso ‘Cabra Murciano-Granadina y Cordero Segureño: sanidad y producción, una visión actual’, que se celebrará del 5 al 8 de octubre en Campos del Río (Murcia). La ponencia que ofrecerá Jesús Salinas en este curso se titula ‘Aborto en pequeños rumiantes: impacto en las explotaciones, diagnóstico y medidas de control’.
Una de las causas más importantes de infertilidad en las explotaciones de pequeños rumiantes es el aborto, lo que hace de este problema una de las piezas claves en la productividad de las explotaciones, al ser la reproducción la base de la producción y planificación de un rebaño. Por lo tanto la aparición de abortos en un rebaño puede ser económicamente muy grave ya que implica no sólo la pérdida del cordero o el cabrito, sino también la de la producción láctea, así como la aparición de complicaciones que sean causa de futura infertilidad, siendo además uno de los problemas más desmoralizantes al que se enfrentan ganaderos y veterinarios cuando afectan a un alto porcentaje de las hembras gestantes en el rebaño. Las causas que pueden provocar una interrupción de la gestación, con el consiguiente aborto, son numerosas, y se pueden agrupar en dos tipos, las de origen no infeccioso y las inducidas por procesos infecciosos, siendo estas últimas las más frecuentes.
Entre los agentes infecciosos causantes de enfermedades abortivas se encuentran virus, bacterias, parásitos y hongos. Entre los virus destacan el virus de la enfermedad de la frontera (Border disease) o el de la lengua azul. Dentro de las bacterias se encuentran Brucella spp, principalmente B. melitensis, Chlamydia abortus (causante del aborto enzoótico), Coxiella burnetii, Salmonella abortus ovis (causante del aborto paratífico), Listeria monocytogenes,Campylobacter y Leptospira. Entre los parásitos destaca Toxoplasma gondii. Los hongos, aunque menos frecuentemente que en bovinos, pueden originar casos esporádicos de abortos, debido a la infección por especies de géneros relativamente ubicuos como Aspergillus, Absidia, Mucor y Rhizopus. En algunas de estas infecciones, además de su interés desde un punto de vista económico y sanitario veterinario, hay que destacar su carácter zoonósico, como es el caso de la brucelosis, la fiebre Q, la toxoplasmosis y la clamidiosis. Por ellos se recomienda tomar las precauciones necesarias cuando se trabaje con animales que hayan abortado o se manipulen materiales procedentes de abortos.
En cuanto a la incidencia de las distintas enfermedades abortivas, no existen cifras fiables. A pesar de la importancia económica y sanitaria de estas enfermedades, no existen muchos datos acerca de su frecuencia, como consecuencia de la dificultad que entraña su diagnóstico y porque las altas seroprevalencias frente a estos patógenos existentes en las explotaciones impiden un diagnóstico serológico individualizado. En los países de nuestro entorno el aborto enzoótico producido por Chlamydia abortus es la principal causa de abortos en ovejas y cabras, seguido del aborto por Coxiella burnetii y Toxoplasma gondii, ya que los abortos debidos a la brucelosis son escasos como consecuencia de los programas sistemáticos de control y erradicación en la mayoría de estos países. Los estudios realizados sobre la incidencia de estas enfermedades en España, aunque escasos y muy regionalizados, consideran también la clamidiosis como la primera causa de aborto infeccioso en los pequeños rumiantes, destacando también la incidencia de la toxoplasmosis, salmonelosis, fiebre Q y enfermedad de la frontera.
El diagnóstico etiológico de los abortos es esencial en el control de estos procesos, para así evitar la aparición de una escalada de abortos durante los siguientes años, con las consecuencias económicas que conlleva. Como en la mayoría de los casos es difícil hacer un diagnóstico diferencial desde el punto de vista clínico y lesio nal, se hace necesario recurrir a un laboratorio para confirmarlo. Así, el diagnóstico directo, realizado a partir de los productos del aborto, suele ser lo suficientemente precoz para permitir instaurarlas medidas sanitarias o tratamientos necesarios con objeto de limitar las consecuencias clínicas y económicas de la infección. El diagnóstico indirecto, realizado generalmente cuando el brote de abortos se ha generalizado en la explotación, permite establecer las medidas profilácticas o vacunales en función de las condiciones epidemiológicas y de la legislación en relación a las diferentes infecciones.
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